Me salté un semaforo

Anoche volvía a casa a las 22.45
Me salté un semáforo adrede
Estaba harto y cansado después de 14 horas currando
Era un cruce difícil y con un autobús parado a mi izquierda, que me quitaba visión
Pare, miré, remiré, y pasé

Al minuto un coche se me echó encima, coño, me aparté para dejar pasar a ese imbécil, con más prisa que yo
Resultó ser una patrulla camuflada de la policía Nacional

Buenas noches, se ha saltado usted un semáforo… deliberadamente
Pues sí, agente, tiene usted razón, pero es que estoy reventado y quiero llegar a mi casa
Ya, pues tenía usted prisa y ahora va a tardar media hora más, que tenemos que llamar a la Municipal para que le sancionen
Haga usted lo que tenga que hacer, que tiene usted razón…

Me tuvieron 15 minutos, y yo avisando a las niñas: me ha parado la poli, no pongáis las pizzas aún

¿Tiene usted el pase de su empresa?
Sí, claro, tenga
Aquí no pone su horario
No, ya le digo, soy periodista, el jefe de la redacción, empecé a las 9.00, de ahí las prisas para volver a casa
Ya…

Al rato, se puso a mi lado a hablar por el walkie
Abortamos, ¿no?
Abortamos, sí, gracias compañeros
Y me dijo

No le vamos a sancionar, pero tenga cuidado
Claro, muchas gracias, pero si me vio saltarme el semáforo, vería usted que paré, miré y remiré… tengo prisa, pero también cuidado
Ok, pero vaya con calma, que bastante tenemos ya encima
Claro que sí, agente… Y escuche una cosa, muchas gracias por su trabajo, que se la juegan ustedes
Y ustedes! No debe de ser fácil informar de todo lo que está pasando
Lo intentamos…
Me refiero a todo lo que está pasando…
Agente, ¿me quiere contar algo? Soy periodista, soy todo orejas. Sabemos cosas, pero sin testimonios no podemos…
Hay mucho, pasan muchas cosas
Hagamos una cosa, se ha quedado usted con todos mis datos, que le vi fotografiar mi DNI, cuando quiera usted me localiza
Jajajaja, claro, muchas gracias, vaya con cuidado
Un saludo, agente, que no les pase nada. Y gracias de nuevo

Llegué a casa media hora más tarde de lo que esperaba, pero con un guardia más contento y sin multa

No usen mi periodismo para odiarse

ALBERTO D. PRIETO

Empiezo a estar hasta el gorro de la pandemia de odiadores. Cada día, al ponerme a trabajar, me digo que no quiero llegar el primero sino contar la verdad. Pero el coronavirus y los abusadores me están esperando. Para usarme.

Me dedico a hacer periodismo político en un periódico, lo que me hace pasar el día entre intoxicaciones de unos y otros, interesados en desgastar al rival. No saben ustedes las ganas que dan de publicar lo primero que te cuentan. Muchas veces son títulos tremendos, pinchazos asegurados, crisis de Gobierno para petarlo, oposiciones que se desmoronan por mirar más el número de minutos de tele que los de la curva en vertical… pero haces otra llamada y la cosa empieza a matizarse.

En el día a día, ése que conocíamos hasta hace tres semanas (o menos, ya perdí la cuenta), tirarse a la piscina importaba poco. Si cuando era en papel las exclusivas de un día envolvían el pescado del siguiente, en la era web hasta te podías corregir mañana, cambiar un verbo, incluir un párrafo… o incluso despublicar lo errado. Era casi un juego. Y aun así, todos tratábamos de hacer bien lo que sabemos: contar lo que pasa.

Hoy, en el día a día de hoy -el del estado de alarma-, me repito y repito a los míos: «Lleguemos tarde, pero siempre certeros, verdad contrastada, prudencia, que ahora informamos sobre el desfiladero de la vida, y un paso en falso cuesta cadáveres, angustias y miedos»… errores que hacen ruido y gastan energías que tocaría invertir en un bien superior a nuestra audiencia acumulada: la población uno a una, con nombres y apellidos, con cara y ojos.

Población sola. Aislada. Confinada. En cuarentena. Pero viva. No juguemos a ganar.

«Confían en nostros. Están encerrados. Somos sus ojos». Eso me digo. Eso les digo a los periodistas que lidero un par de días a la semana. Y les repito con insistencia: «Recordádmelo cuando me veáis que sucumbo al ansia«, al prurito idiota de sacar algo a portada antes que los demás, a la medalla fatua de tirar del SEO, pillar autoridad, ese falso significante que puso google a quienes acumulan usuarios unicos.

Digo que hago política. Y eso hace que publique piezas sobre ministros que se columpian, vicepresidentes que presionan, vicepresidentas que se contradicen, jefes de Gobierno que tapan con verborrea sus dudas.

Pero, ¿alimento a la bestia? Me da miedo a veces venderle un tema al director: tengo esto, hay división sobre qué hacer si pasa lo otro, unos quieren que sí y los de enfrente lo desean con avidez para ver cómo se estrella. Y titular por su bocaza: «Ya lo decía yo».

Porque publicar verdades hoy, en el mundo en el que estamos -coño- es darle combustible a las mentiras. Perseguir la noticia ahora significa alimentar el rumor. Controlar al poder, que era nuestra misión democrática, regala munición a los que desean el caos, la bulla y la confusión. Y no dejan pasar una.

Cuando tecleé www. por primera vez, hace 25 años o así, esto era un vergel sin orden, un paraíso del dato, una amalgama informe de voluntarios echando paladas de conocimiento a fondo perdido. Confiando todos ellos -idiotas- en que habían inventado la libertad definitiva. Virtual, pero total.

Hoy, enclaustrados en nuestra pantalla, esa ventana al mundo ya no es real, sino la quintaesencia del y tú más, de la puta que te parió y del abuso de la palabra. El contador del analytics nos mide páginas vistas, permanencia, rebote, conversión, usuarios, dispositivos, procedencia, spread, fidelidad, clicks en banners y cientos de zarandajas con un único objetivo: que la bestia siga cabalgando.

Y yo quiero parar. Porque peor que la bestia es quien saca moldes de sus huellas y los usa para desgarrarlo todo.

Oigan, este bichovirus nos ha metido a nosotros en casa y el miedo en el cuerpo del Gobierno. Pensaban hacer una legislatura chupiguay, con enfoque de género, la sazón picante de algún lío indepe, y unas cucharaditas de república. Y se han topado, chimpún, con la gestión sobrevenida de la primera edición del apocalipsis.

Y que yo publique que la vicepresidenta no puede ver al vicepresidente, que yo titule que el jefe del Ejecutivo es un mar de dudas, que yo entreviste al que sufre las consecuencias de una decisión gubernativa, todo eso, no significa que ustedes -manipuladores o manipulados- tengan derecho a usar mi trabajo para odiarse.

Elegimos a estos tipos para resolver problemas, es cierto. Pero que salga a la calle a chupar barandillas el primero que sepa cómo se para esta hecatombe.

No hicimos el periodismo, no me hice periodista para esto.

Suegro

Me enseñaste un millón de cosas. Aprendí contigo que una persona puede tener dobleces, un lado malo, duro y difícil, un lado triste. Hacer daño, mucho, y sufrir. Pero ser bueno. Aprendí a ver el fondo de alguien que no se quiere mostrar, aprendí cómo escarbar y me dejaste.

Sé que yo no era lo que esperabas, que era un rojillo, un mediomierda, y el que venía a llevarse a tu hija, a tu niña. Y que a la vez que me acogías, me estudiabas.

El reto de gustarnos era enorme, tuve que aprender a ser paciente y a relacionarme con una familia tan distinta de la mía. Y de todas las que yo había conocido.

Siempre le dije a tu hija que alucinaba con que os contarais hasta si la bicicleta había perdido aire. Chorradas infinitas, la vida del día a día.

Siempre sentí y también le dije lo feliz que era habiéndote encontrado, habiéndome sentido cómo poco a poco me hacías casi tu hijo.

Y un día, tú, ese hombre duro en público, te derramaste como un chocolate, y me dijiste «quita casi» delante del mundo entero.

Me enseñaste la naturalidad, ésa que yo no tengo nunca, siempre embridado, pensando qué es lo mejor, lo conveniente. Siempre preocupado por no equivocarme. Tú me enseñaste que equivocarse ocurre, y que no pasa nada, basta quererse. Aceptarse.

Tú me aceptaste, me quisiste. Y supiste seguir queriéndome después. A pesar de lo difícil que era. Hasta me hacías saber tus decepciones cuando pasaba más tiempo de la cuenta sin ir a verte. O cuando por mis infinitas prudencias te hacía un feo, y por miedo a no molestar, te molestaba más.

E incluso entonces volvías a sorprenderme, y me hacías saber que me entendías, a pesar de lo distintos que éramos.

Me enseñaste a reírme de todo, hasta de lo más tonto. Me enseñaste a quererte tanto. A no querer nunca renunciar a ti, a luchar por seguir siendo parte de tu vida, a respetarte tanto.

Me enseñaste a respetar. A no juzgar. Fuiste el mayor reto de ser el novio de tu hija, el marido de tu hija, el padre de tus nietas. Un buen hombre.

Me enseñaste dignidad, hospitalidad, generosidad. Qué distinto eras a todo lo que yo había conocido. Qué orgulloso estoy de que me quisieras, joder, Fernando, suegro.

Te quiero. Cuídame, por favor, ya sabes qué.

Antonio Tajani: «Con la ley italiana, los líderes del ‘procés’ tendrían cárcel toda la vida»

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Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo, en su despacho de la Eurocámara en Bruselas. / ADP

  • «Sánchez es un hombre listo, comprendo muy bien el trabajo que intentó en el Consejo Europeo, pero no puede ganar donde ha perdido»
  • «A mí me gustó mucho Aznar porque tenía una visión de líder no sólo español. Nos faltan dirigentes así».

Antonio Tajani (Roma, 1953) nos recibe en una Bruselas ardiente, bajo la peor ola de calor que se recuerda desde que hay registros, a principios del siglo XIX. Con la chaqueta del traje sobre el respaldo de una de las butacas de su espacioso despacho en la sede del Parlamento Europeo y, junto a ella, la corbata bien doblada, saluda al periodista ofreciendo una mano poderosa, que cuesta abarcar, y una sonrisa enigmática. «Vas a hacer vídeo… ¿me pongo la corbata?», pregunta. «Déjelo, presidente, su imagen ya es buena en España, seamos informales». Lo agradece, el aire acondicionado de la Eurocámara no está preparado para los 37 grados que caen a plomo. Sigue leyendo

Carla Antonelli: «En Madrid ha gobernado la LGTBIfobia disfrazada que ahora se inclina ante Vox»

Carla Antonelli, diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid.

Carla Antonelli, diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid.

  • «No han cumplido las leyes y ahora quieren derogar algunos artículos por ‘ideológicos’… ¡Pero si son leyes suyas!»
  • «Lo que ha dicho la señora Monasterio entra dentro del delito de incitación al odio»
  • «Habrá Gobierno, y se tramitarán infinidad de leyes sociales… ahí Vox no importa».

Carla Antonelli (Güimar, Tenerife, 1959) es actriz, ejerce la política y, una famosa activista a favor de los derechos LGTBI. Convirtió su lucha en compromiso político cuando se abrió una cuña social en los partidos. Ahora es la primera y única mujer trans que ha alcanzado un puesto de representación en España.

Es diputada en la Asamblea de Madrid desde 2011. Y ha sido vicepresidenta de la Comisión de Cultura y Turismo y responsable de familias, menores y temas LGTBI en la Comisión de Políticas Sociales y Familia. Agradece que la semana del Orgullo se haya celebrado con el Parlamento autonómico madrileño aún en stand by, a la espera de si se repiten elecciones, si gobierna su compañero socialista, Ángel Gabilondo, o si lo hace la popular Isabel Díaz Ayuso de la mano de Cs… y de Vox. Sigue leyendo

Susana del Río: «Sánchez se equivoca eligiendo sólo a Macron, en la UE debería mirar al Grupo Popular»

Susana del Río, analista política y experta independiente de la Comisión Europea.

Susana del Río, analista política y experta independiente de la Comisión Europea. / ADP

  • La analista política y experta independiente para la Comisión Europea analiza para EL ESPAÑOL el Consejo de Bruselas y la nueva legislatura.

Susana del Río (Madrid 1966) es muchas cosas, pero sobre todo es una de las voces que más luz pueden arrojar sobre la política europea, «que no es política exterior, sino nuestra». Profesora del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, prestigiosa conferenciante, analista y experta independiente de la Comisión Europea, sabe la distancia que hay entre lo dicho y lo que percibe el receptor, así que combina la sinceridad y la prudencia. «Los políticos me escuchan y… sí, me hacen caso, eso es gratificante». Eso sí, pide lo mismo al periodista, algo así como ‘pon todo lo que digo, sí, pero lo que digo’.

Doctora en Ciencia Política, miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes desde 2018, autora de tres libros sobre la política europea, ahora trabaja en el proyecto «Una Europa que Une» para construir Europa también desde la academia. Sigue leyendo

Jaume Duch: «Si España quiere será el tercer motor de la UE, Alemania y Francia solas no pueden»

Jaume Duch, director de Comunicación y portavoz del Parlamento Europeo.  ADP

Jaume Duch, director de Comunicación y portavoz del Parlamento Europeo. / ADP

  • El director de Comunicación del Parlamento Europeo, en el día de votación: «Europeístas o euroescépticos, todos saben ya de la importancia de estas elecciones». 

Jaume Duch (Barcelona, 1962) no se mete en política. Mejor dicho, no se mete en las políticas. Porque sin duda su labor es política. Es el director general de Comunicación y portavoz del Parlamento Europeo. Y en este día histórico se deja caer por EL ESPAÑOL para que se le lea entre líneas. Después de 30 años en la Eurocámara, siempre en puestos relacionados con darlo a conocer, vale más por lo que se le entiende que por lo que dice. Y -que nos perdone- destilando su discurso, uno deduce que la estrategia de la casa de la soberanía popular en la UE pasa por que en el Consejo siga calando la idea de que está estancado.

Duch lleva más de dos años trabajando en la campaña de comunicación para estimular el voto en las elecciones europeas de este domingo. Y, convencido europeísta, ha arriesgado buscando el provecho de la digitalización en tiempos de miedo a las fake news. Y se ha puesto en manos de los ciudadanos. Sigue leyendo

Larga vida a las trampas de ‘El hambre’, de Renato Gabrielli

Juanma Lara y Roberta Pasquinucci, protagonistas de 'El hambre', de Renato Gabrielli.

Juanma Lara y Roberta Pasquinucci, protagonistas de ‘El hambre’, de Renato Gabrielli.

  • El Teatro del Barrio (Lavapiés) estrena el montaje dirigido por Ignasi Vidal -dos al unísono en Madrid- e interpretado por Juanma Lara y Roberta Pasquinucci.

¿Cómo se empieza la reseña de un texto teatral irreal? ¿Un libreto que sobre el papel es imposible? ¿Cómo se dice que el autor ha logrado verter un universo poliédrico sobre las dos dimensiones del negro sobre blanco? ¿Y cómo se hace para no destripar nada y sí glosar un montaje cuyo valor principal está en lo que no se va diciendo? Quizás elogiando los ojos de mosca del director, Ignasi Vidal, hábil para inventar trampas con diálogos en soliloquio y monólogos en intercambio, reflexiones en bajo y pensamientos en alto… un sueño real.

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«Perseguir a los ricos antes que luchar contra el cáncer es anteponer la ideología a la humanidad»

Esteban González Pons, en la sede del PP, durante ka entrevista con EL ESPAÑOL.

Esteban González Pons, en la sede del PP, durante ka entrevista con EL ESPAÑOL. / Silvia P. Cabeza

  • González Pons, número dos en la lista del PP y aspirante a presidir a todos los populares europeos: «Macron sólo quiere una Europa francesa».

Esteban González Pons (Valencia, 1964) llegó a Estrasburgo hace ahora cinco años. Era el PP de Mariano Rajoy, el de la mayoría absoluta, el que sacaba a España de la crisis. Y él marchaba a Europa después de 20 años en la política regional y nacional, siempre en puestos de responsabilidad institucional o de partido. Senador, conseller, diputado, vicesecretario… llegó a sonar en algunas quinielas como valor emergente al que alguno posicionaba para lo que se veía aún como una lejana sucesión.

La Eurocámara se ha convertido en su pasión y es donde probablemente se ha encontrado más a gusto. «Allí es donde Esteban es Esteban», dicen quienes lo conocen bien. En Bruselas ha protagonizado algunos de los discursos más encendidos en defensa de las libertades, contra los populismos y los nacionalismos, por la permanencia de Reino Unido en la UE y el fin de la tiranía en Venezuela… Europa es su patria y su proyecto, dice. Por eso no tomó partido en las primarias del PP al precipitarse todo hace un año. Sigue leyendo

Carolina Bescansa: «Tengo un modo de entender la maternidad y el feminismo distinto al de Pablo e Irene»

Carolina Bescansa, en el Parque del Retiro de Madrid.

Carolina Bescansa, en el Parque del Retiro de Madrid. / Jorge Barreno

  • «La actual crisis territorial es culpa de González, la económica de Aznar «
  • «Pablo Casado, para mi sorpresa, no conoce a su electorado» / «Albert Rivera es menos que veleta»
  • «Pedro Sánchez… [diez segundos pensando] prefiero no contestar»
  • «Santiago Abascal tiene las patas cortas, no gobernará nunca»
  • «A Pablo Iglesias hay que preguntarle por qué de la foto inicial de Podemos sólo queda él»

Carolina Bescansa (Santiago de Compostela, 1971) se pasó los primeros tres años de vida de Podemos ejerciendo como uno de los principales arietes del partido. En el Congreso y en las televisiones, armada de un discurso académico, didáctico y desafiante. Por su contenido y por el tono. Ahora, al menos en esto último, es una mujer distinta. Uno diría que si no resignada, sí decepcionada es como se sienta en la mesita del Parque del Retiro, junto al lago, a un saxofonista de fortuna y a una mujer nos pide «una ayuda» porque «ustedes que trabajan tienen suerte». Y Bescansa ayuda, y resopla, se va decepcionada con la política de primera fila, se va, se lleva yendo poco a poco tiempo ya.

De la foto de los fundadores de Podemos le preguntamos al final de la cita, con la diputada, socióloga y madre ya de pie, que no llega a sus quehaceres de la vida. Y contesta dejando a la vista el poso triste que uno le ha captado durante más de 45 minutos de charla y un par de meses de gestiones… hasta que ha sido el momento adecuado para la entrevista. O así lo ha visto ella. Caídos los Presupuestos, caído el Gobierno, caída la legislatura, a Bescansa no se le cae la esperanza -«todo dependerá de lo que haga la dirección de Podemos»-, porque esa decepción no es con lo construido, sino con cómo se ha torcido todo. Sigue leyendo