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ALBERTO D. PRIETO
“¿Sabes por qué no nos atacan? Porque saben que los machacamos”.
Más o menos así, en traducción libre, se expresaba el teniente coronel, pecho hinchado, mentón hacia fuera, gafas de sol negras, sólo una semana antes del secuestro y asesinato de Eyal Yifrah, Gilad Shaar y Naftalí Fraenkel, los tres colonos, adolescentes, estudiantes, judíos, enemigos. Detonador de la última guerra en Tierra Santa.
Estábamos en un mirador en la frontera libanesa y el militar acababa de señalar, uno por uno, los pueblos que desde el otro lado, nos estaban apuntando Sigue leyendo