Israel y Palestina: ni a Dios le interesa esta paz (ni a Alá, ni a Yavéh)

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(c) ADPrieto

ALBERTO D. PRIETO
“¿Sabes por qué no nos atacan? Porque saben que los machacamos”.

Más o menos así, en traducción libre, se expresaba el teniente coronel, pecho hinchado, mentón hacia fuera, gafas de sol negras, sólo una semana antes del secuestro y asesinato de Eyal Yifrah, Gilad Shaar y Naftalí Fraenkel, los tres colonos, adolescentes, estudiantes, judíos, enemigos. Detonador de la última guerra en Tierra Santa.

Estábamos en un mirador en la frontera libanesa y el militar acababa de señalar, uno por uno, los pueblos que desde el otro lado, nos estaban apuntando Sigue leyendo

ni shalom ni salam

ALBERTO D. PRIETO

salam o shalom./
diente por diente/
ojo por ojo/
golpe a golpe/
muerto a muerto/
shalom salam.

Pablo Almansa y una idea del destino

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(c) Pablo Almansa

ALBERTO D. PRIETO
Las ideas ya existían, pero nadie reparó hasta que alguien escribió sobre ellas. Las ideas como perfección, como modelo.

Almansa es un mirón, gasta tiempo observando, disfruta, aprende, siente. Pablo Almansa es uno de los fotógrafos Sigue leyendo

El mejor vino de Israel

vINOS gOLAN

Cata en la bodega Golan Heighs Winery, en los anexionados Altos del Golán. | ADP

ALBERTO D. PRIETO
A este lado del río Jordán estan las mejores viñas de Israel, que importan cepas europeas y exportan unas 12 toneladas de vino judío a EEUU, Canadá, la UE… pero esta tierra era Siria hasta poco más de tres décadas. Entonces, en 1981, Israel decidió anexionarse su conquista de 14 años atrás. No se fiaba de Damasco y hoy celebra aquella decisión y la ruptura de sus negociaciones de 2007 con Asad, cuando todo indicaba que se aproximaba un acuerdo de paz con aquel régimen que debía significar el regreso de los Altos del Golán a Siria. Hoy, a la hostilidad siria hacia el país de los judíos se añade la guerra civil entre la dictadura de Asad, los rebeldes y los islamistas del ISIS. La bodega Golan Heighs Winery da trabajo a varios kibutz de la zona y emplea a decenas de lugareños de los 33 pueblos judíos en la región. No quieren oír de acuerdos de paz ni hablar de ello: toda su economía, el trabajo callado y tenaz de más de 30 años perdería sentido. Tendrían que irse y dejar atrás, como tantas veces otros judíos, la tierra dura trabajada con amor para sacarle fruto.

Publicado en EL MUNDO de la Tarde el 5septiembre2014

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ni shalom ni salam

Un kibutz cerca de Gaza

Un cofre de hormigón cubre la guardería del kibutz Melfasim, para proteger a los niños de los misiles de Hamas. | ADP

Un cofre de hormigón cubre la guardería del kibutz Melfasim, contra los misiles de Hamas. | ADP

ALBERTO D. PRIETO
Miles de inmigrantes judíos compraron terrenos en el protectorado inglés de Palestina en los años 20 del siglo pasado para fundar comunidades colectivistas inspiradas en el comunismo más esencial. El estilo de vida en un kibutz, basado en ‘todo es de todos’, llega incluso en muchos casos a que los niños en sus primeros años de vida no vivan con sus padres, sino en las casa infantiles, como la de la imagen. En este kibutz de Mefalsim -donde la mayoría de sus 900 habitantes desciende de judíos latinoamericanos- esa tradición ya ha cambiado, pero no la de sufrir ataques, como el abortado hoy en el cercano kibutz de Sufa, o la de correr al refugio al oír las sirenas que advierten de un lanzamiento de misiles desde Beit Hanun, en la franja de Gaza, a menos de tres kilómetros en línea recta. Como no hay shekels (moneda israelí) para hacer refugios bajo tierra, las edificaciones más sensibles se defienden con ‘cofres’ de hormigón armado sobre la vieja construcción. En esta guardería, sólo los cochecitos de bebé se aparcan fuera de la protección anti-cohetes.

Publicado en EL MUNDO de la Tarde el 17julio2014

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Por un futuro mejor

Gaza

David, comandante de las IDF, mirando hacia Gaza City desde la frontera. | ADP

ALBERTO D. PRIETO
David es un joven comandante del ejército israelí que patrulla la frontera. Su misión es «que los habitantes de la zona puedan tener una vida lo más parecida a normal cada día, los habitantes de ambos lados». Desde la ‘desconexión’, la retirada unilateral de Israel de la franja de Gaza, el IDF (Fuerzas de Defensa de Israel, por sus siglas en inglés, que es una lengua hablada por casi cualquier israelí menor de 50 años y el ‘camino’ directo del hebreo a las lenguas escritas en caracteres latinos) patrulla la frontera siempre en tensión. «Por un arreglo con Hamas, tenemos derecho a adentrarnos 100 metros en su tierra para asegurarnos». Y eso significa rastrear minas y controlar a cualquier merodeador. «Sabemos perfectamente con sólo verlo quién es de fiar y quién no». El único problema es cuando el ‘paseante’ es un niño. En ese caso, hay tres opciones: o que se marche, o que les diga que busca un futuro mejor en Israel y, tras detenerlo, lo devuelvan a Gaza, o que lleve malas intenciones. «Y no podemos hacer nada. Aunque sea una amenaza, si es un niño, tenemos prohibido disparar».

Publicado en EL MUNDO de la Tarde el 3julio2014

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Torre de control

TEL AVIV

Al fondo, el faro y la torre de control del pequeño aeródromo de Tel Aviv. | ADP

ALBERTO D. PRIETO
La torre que se ve al fondo forma parte de una antigua central eléctrica que separa Tel Aviv, capital financiera de Israel, de la zona residencial de Herzliya, donde se ubican muchas de las embajadas extranjeras y las familias más ricas y acomodadas de la ciudad. La misma sirve de torre de control del pequeño aeropuerto de Sde Dov. Este aeródromo está centrado en los vuelos nacionales, pocos, pues el país tiene una extensión no mayor de la Comunidad Valenciana, y regionales, menos, pues este ‘pueblo de dios’ esta rodeado por hostilidad y guerras, Líbano y Siria, y sus vecinos menos agresivos, Jordania y Egipto, viven los convulsos efectos de unas primaveras árabes llenas de altibajos políticos y sociales.

Publicado en EL MUNDO de la Tarde el 20junio2014

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Lluvia de misiles

SDEROT

Museo de los horrores en el aparcamiento de la comisaría de Sderot. | ADP

ALBERTO D. PRIETO
Sderot es una de las ciudades al sur de Israel más castigadas por lo que aquí llaman ‘el conflicto’. Fronteriza con la franja de Gaza, esta ciudad contaba con alrededor de 25.000 habitantes cuando Israel se retiró de ese territorio palestino en 2005. Desde entonces, y 11.650 cohetes después quedan sólo 15.000 personas. En la comisaría de Sderot guarda la Policía israelí una especie de museo de los horrores con decenas de carcasas de misiles caídos sobre las casas y escuelas de la ciudad en estos años. Aquí, algunos hierros retorcidos, las aletas para equilibrar el vuelo del artefacto y su calibre dan idea de la muerte que ha venido lloviendo sobre la ciudad desde unos metros más allá, donde hasta hace una década a sus habitantes se les podía llamar vecinos. Incluso buenos vecinos. Cuentan los agentes y soldados de la zona que en las peores épocas cada uno guardaba uno de esos ‘trofeos’ en la mesa de su oficina. Y que algunos venían ‘firmados’, reclamando la autoría del ataque, porque los distintos grupos palestinos ganaban prestigio por cada cohete que lograban lanzar al otro lado. El último misil, por cierto, cayó el domingo pasado.

Publicado en EL MUNDO de la Tarde el 12junio2014

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